Durante 2022, las señales que parecían dar indicio de recuperación y crecimiento se quebraron. Frente a esto es posible preguntarse ¿qué políticas son necesarias para crecer?

No tener un crecimiento sostenido se volvió un problema estructural y crónico en nuestra economía que lleva décadas sin encontrar solución. El 2021, año en que el producto creció más de 10 puntos, estuvo lejos de ser la excepción. El paso del tiempo demostró que se trataba de un efecto “rebote” o de una recuperación post pandemia en la cual la actividad económica sufrió un freno atípico.

Dos son los factores que apoyan esta conclusión. Por un lado, en diciembre del 2022 el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) registró una caída mensual del 1,0% y el año cerró con una caída del 1,2% (con meses presentando variaciones oscilantes y cercanas al 0%). Por otro lado, los rubros que lideraron los aumentos fueron los vinculados a la hotelería, restaurantes y actividades de esparcimiento, precisamente aquellos que más fueron afectados por las restricciones durante la pandemia.

En este contexto cabe indagar sobre los factores que frenan el crecimiento y sus posibles soluciones.

ALTOS NIVELES DE INFLACIÓN

El papel de la inflación sobre el estancamiento de la inversión es crucial. De la mano de la inflación vienen las distorsiones en los precios, la imprevisibilidad, la incertidumbre y el riesgo a la hora de hacer negocios. Lo cual reduce los incentivos para invertir en el sector real.

La causa principal de los altos niveles inflacionarios actuales es el déficit fiscal financiado con emisión monetaria. Como los pesos emitidos no son demandados por la población, por falta de confianza en la moneda, el gobierno utiliza instrumentos como las Leliq para eliminar este exceso aumentando su endeudamiento y la tasa de interés de referencia que supera el 100%.

Para reducir la inflación es necesario equilibrar las cuentas públicas, es decir, que el gobierno no gaste por encima de los ingresos. Medidas que van en esta dirección y tienen efectos en el corto plazo son el control del gasto en subsidios económicos y en asistencialismo.

Sin embargo, no sería suficiente con esto y a largo plazo se necesitaría un ordenamiento tributario que simplifique los impuestos y no genere incentivos a la elusión y evasión, un ordenamiento funcional para que el gobierno nacional no duplique gastos entrometiéndose en responsabilidades que le corresponden a las provincias y municipios y un ordenamiento previsional.

ESTRANGULAMIENTO DEL SECTOR EXTERNO

Tanto las exportaciones como las importaciones de insumos y bienes de capital son cruciales para el crecimiento. Por un lado, las exportaciones son una de las principales fuentes de divisa y propician la inserción del país en cadenas globales de valor. Por otro, las importaciones tienen un rol fundamental en la producción. Casi la totalidad de las empresas de nuestro país son PyMES y dependen fuertemente de insumos importados.

Actualmente estas empresas están atravesando grandes dificultades para obtener las divisas que necesitan para importar. El actual Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), para evitar que los dólares se vayan de la economía, limita el otorgamiento de los permisos de acceso al tipo de cambio oficial para pagar importaciones.

Tampoco es viable para las PyMES acceder a las divisas a través del dólar MEP. Esto es así porque si han operado en el Mercado Único Libre de Cambio (MULC) quedan inhibidas para operar en el mercado oficial por 90 días. Asimismo, utilizar los dólares físicos con los que cuentan sus dueños tampoco es una opción debido a las restricciones legales. Lo cual la situación se torna en un laberinto sin salida.

Lo anterior se ve reflejado en los datos de intercambio comercial que publica INDEC donde en diciembre del 2022 las exportaciones e importaciones cayeron 7,1% y 19,3% respectivamente, con respecto al mismo mes del 2021.

MÚLTIPLES TIPOS DE CAMBIO

Ante la escasa capacidad de colectar dólares y los bajos niveles de reservas, durante el 2022 tomaron importancia medidas que llevaron a aumentar el número de tipos de cambio presentes en la economía. Entre ellos encontramos el “Dólar soja”, “Dólar Qatar”, “Dólar Coldplay” que se sumaron a los que ya existían como el “Dólar oficial”, “Dólar blue”, “Dólar MEP”, entre otros.

El actual esquema no hace más que complejizar las interacciones de los ciudadanos, que buscan proteger sus ingresos y ahorros, y del sector productivo, que necesitan datos ciertos (precios) para tomar decisiones de inversión.

Si bien a largo plazo el foco siempre debería estar puesto en un ordenamiento integral del Estado, una alternativa inmediata y menos nociva sería aplicar un desdoblamiento formal en dos tipos de cambio: un dólar oficial o comercial, controlado por el Banco Central, para las exportaciones e importaciones y otro financiero destinado al resto de las actividades económicas.

Los factores que impiden el crecimiento demuestran que, si el Estado funciona mal, la economía va a funcionar mal y la sociedad la va a pasar mal. Para crecer son necesarias instituciones de calidad, que solo puede proveer un Estado financieramente equilibrado y eficiente.